martes, 12 de octubre de 2010

Última carta de Eudal desde Gandia (Gracias Eudal)


TRASZAMORA

Una vez desecha la maleta, ceremonia que siempre acaba con la habitual escena de “ya me he vuelto a olvidar otro cargador de móvil en el hotel”, el regreso a casa me ha sugerido que debía escribir alguna reflexión sobre lo que ocurrió estos pasados días en Zamora, sobretodo tras el éxito de crítica y público obtenido con mi anterior escrito, el cual ya está presente en las papeleras de reciclaje de medio mundo.
Creo que los organizadores podéis estar orgullosos de vuestro trabajo. No era fácil el reto, entre otras cosas, por el peligro que suponía ser juzgados por esta fauna de programadores-pitagorín, a los que ya casi nada nos sorprende porque, como es ampliamente conocido, lo sabemos casi todo en música.  
En mi caso, descubrir que en esa esquina occidental de Europa hay unos estimulantes proyectos de creatividad musical, han superado ampliamente mis expectativas. Desde esas melodías desnudas de Jambrina y Madrid, hasta los ritmos anfetamínicos de Coetus y Eliseo, pasando por los afilados sonidos de Anxo Lorenzo o las políticamente incorrectas letras de Galandun, el programa ha sido un verdadero Corte Inglés de música tradicional, en el que hemos podido ver de todo. Sin duda, el buen gusto de José Miguel nos ha permitido poder saborear una gastronomía musical de Guía Michelín y también, compartir unos conocimientos muy profundos sobre maridajes de destilados y hortalizas, que más abajo comentaré.
Al menos para mí, esta breve pero intensa feria me ha servido para conocer muy de cerca una música que yo creía que era armónicamente más próxima al Pleistoceno. Pero he visto una vitalidad, una espontaneidad y, sobre todo, un patrimonio musical acumulado con el tiempo que, a poco que las instituciones se propongan su difusión externa, va a dar mucho trabajo a los taquilleros de los teatros.
Quizá ha contribuido también a todo esto, el ambiente amable y fraterno –al más puro estilo discopolero- creado durante el encuentro, del cual José Miguel ha tenido su responsabilidad, como padre y madre, y de cuyo vientre –estoy escribiendo metafóricamente, José Miguel- ha engendrado una delicada criatura que nos ha enamorado a casi todos.
Ahora bien. O yo no leí todo el programa o fue una incorporación de última hora, pero lo cierto es que, al finalizar cada una de las dos jornadas, tuvo lugar un congreso sobre “Los orígenes y la evolución del gin-tonic”, que también suscitó mi curiosidad. Quizá eché en falta un poco de sustrato teórico en las intervenciones, porque rápidamente pasamos a la parte práctica. Y, como suele ocurrir, hubo intensos debates, aunque el más discutido fue el de la incorporación del pepino en el gin-tonic. Para los no iniciados, el pepino es la hortaliza que todos conocemos y el gin-tonic es ginebra con tónica-. Aquí, los catalanes –de los cuales no diré nombres, pero sí apellidos: Puig, Bertran y Dutrén- se alinearon en la corriente secesionista del “No al pepino”. En el otro lado, el resto de ponentes optaron por un sí rotundo a tan romántico producto de la huerta. Es obvio comentar que no se llegó a ninguna conclusión y se acordó reanudar el encuentro el próximo año.
Sea con pepino o sin él, gracias a todos por compartir estos dos estimulantes días. Y prometo por San Windows que ya no os escribo más.

Eudald González Casanova
Programador musical en fase de desintoxicación
Festival Polisònic - Gandia

El Fin de la Feria a cargo de Eliseo Parra y Coetus








lunes, 11 de octubre de 2010

La banda gallega Quempallou en la Feria




Entre concierto y concierto

Tradibérica, el trio transfronterizo durante su actuación.




Free folk en las escaleras del teatro y durante su actuación.




Sonhos durante su actuación




La Bruja Gata en el concierto de apertura del segundo día




El encuentro de programadores desarrollado en el museo Etnográfico de Zamora



Visita de los programadores a la ciudad, con Pablo Madrid como guía



Celtas Cortos cerrando la primera jornada de la Feria





Concierto de Oh Trio




Anxo Lorenzo



Descanso entre conciertos